No. 15
(diciembre 2001
enero 2002)

 

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Voces desde el encierro

Hilda Valencia*

Camarada Edgard:

El re-encuentro y la conversación con el compañero Gonzalo1 me planteó nuevamente algo que ya rondaba mi pensamiento y que, en esa charla usted, a pesar de su afonía, afirmó puntualmente. Recuperar la contribución esencial de la izquierda revolucionaria al lenguaje como parte de un proceso histórico de luchas.

Al invitarnos, como lo hizo también con Gonzalo, a escribir, a recuperar para la memoria la historia del PRT en el siglo XX, se ha tocado este vínculo que me parece interesante entre la lucha política, la memoria, las contribuciones de la izquierda en esa lucha que se van reflejando en conquistas parciales en el lenguaje, la cultura, el arte, aun cuando el propósito del cambio radical de las condiciones de vida humanas no se hayan logrado.

Comentamos, por ejemplo, esa tarde con Gonzalo, cómo van adquiriendo carta de naturalidad el uso de frases, conceptos o formas del lenguaje como la obligada referencia a "las y los", o a la perspectiva de "género" o a incluir la referencia a homosexuales y lesbianas, así como a los indígenas como parte de los sectores oprimidos y explotados de la sociedad, pero como una moda o una actitud "políticamente correcta", como diría Gonzalo aunque frecuentemente quien la utilice la haga por una conveniencia lejana a un compromiso real con esas causas.

De ahí la importancia de recuperar la memoria, entender el origen en la lucha y en la propuesta de la izquierda revolucionaria de esos conceptos que no deberían ir desligados de la concepción que las anima. Desconocer u olvidar el origen ayuda a la situación que Brecht denunciaba cuando afirmaba que "nos robaron las palabras". Y no sólo nos las roban, las deforman, las hacen moda de cortesía política como cuando Fox dice "las y los".

Es decir, se ve la memoria como algo siempre reciente y al hacer uso de un lenguaje revolucionario o aportado por la izquierda revolucionaria no se reconoce su origen. Es así como frecuentemente se abordan temas como el del género, la manifestación del orgullo gay, del aborto, de la libertad, de la democracia, medidas revolucionarias, igualdad, equidad, tolerancia, presos políticos, desaparecidos, derechos humanos, diversidad, incluyente...

Todas han sido conquistas de años de luchas, a veces gozosas pero otras no, cuando la cárcel, la muerte o ruptura políticas han ensombrecido la victoria. Bueno, no es mi intención hacer un balance político, lo que quiero es conversar, de cómo el arte y la cultura, también han sido permeadas por las conquistas y derrotas de la izquierda revolucionaria.

El sábado 19 de enero leyendo el periódico, nos enteramos de otra mujer muerta en Ciudad Juárez, tema tratado por Sonia del Valle en un artículo en Cuadernos Feministas, titulado "Crónica de la Impunidad". Vivimos la dura fatiga de la muerte impune, la hambruna, la desesperanza, la injusticia y, sin embargo, hay lugar para reflexionar y quizás entender que al final del camino, que aunque no se ha terminado, es el momento de volver a empezar.

El arte siempre es una ventana de luz al pensamiento y, a veces, una puesta en escena, una exposición, un concierto, la lectura de un libro, etcétera; nos descubre que nuestras reflexiones, dudas, conocimientos, las podemos compartir con otros seres humanos iguales a nosotros, que nuestra batalla no es en vano, que somos cada día más.

Por ello quiero compartirle algunas reflexiones de una puesta en escena y del oficio de dos mujeres dramaturgas que se han ocupado de la mujer en su escritura. El tema de las mujeres es un tema recurrente en la dramaturgia de mujeres actrices y directoras, como son las Marías; Morett y Muro, sus personajes, la mayoría de veces son mujeres o su dramaturgia circula alrededor de ellas. Unas en el encierro físico que les lleva a una toma de conciencia, en su condición de mujeres y las otras que se debaten en sus contradicciones de mujeres y sus aspiraciones como seres humanos iguales.

María Morett junto con su compañero Álvaro Hegenwisch tienen una compañía de teatro de repertorio, con obras de su autoría, como Mujeres en el encierro, obra escrita y dirigida por María Morett. María ha concertado para su puesta en escena, la complicidad de un grupo de mujeres actrices: Teresa Rábago, Gabriela Reynoso, Olga González, Dana Berman, Lydia Margules, Claudia Ríos, Gabriela Gallardo y el actor Erando González. Es un trabajo de investigación sobre la condición humana, en particular de las mujeres, en los límites de la degradación, como es el sistema carcelario y la ignorancia. Usted sabe que la ignorancia es una forma de sometimiento, y que como decía Martí; un pueblo culto es un pueblo libre. El desarrollo de la civilización tiene que ver con la educación, no es gratuito que los gobernantes analfabetas, utilicen la educación como una forma de presión política de sometimiento y no como una necesidad. Conocer nuestras leyes, nuestros derechos, saber siempre es considerado atentar contra lo establecido, porque se cuestiona y se plantean nuevas perspectivas de vida.

Las hetairas del cuatrocientos y el quinientos; no eran simples prostitutas sino señoras que sabían recibir y divertir a huéspedes ilustres y cultos en el canto y la danza, recitar poesías italianas, latinas, inclusive griegas e improvisar versos y canciones. Hacia la mitad del 1500, cuando comenzó la moralización de los ambientes eclesiásticos, a raíz del Concilio del Trento, la profesión de "prostitutas decentes", que eran especialmente numerosas en Roma, dentro del ambiente de prelados y cardenales entró en crisis. Estalló en cambio, el fenómeno de las actrices: también ellas exhibían de manera profesional, cultura y poesía amorosa, sentimientos platónicos o seducciones eróticas, danza, canto, pero no vendían nada distinto del espectáculo.2

En el Concilio del Trento, había un índice de libros prohibidos, había censura para los pintores, acerca de los temas sagrados y profanos. En el teatro, la censura no era aparentemente mayor, solo se prohibían las comedias, porque ya no expresaban la causa para la que nacieron, que era enseñar buenas costumbres y además porque debido a la crisis económica, la gente no debía gastar dinero en espectáculos y por añadidura no permitir que las mujeres actuarán, por que se crean demasiadas ideas y propician nuevas relaciones.

Realmente es estremecedor pensar que el acceso al conocimiento para las mujeres, sólo era posible siendo cortesanas o monjas. Sin por ello dejar de observar la censura en los ámbitos de las artes y las ciencias.

Afortunadamente la historia de la humanidad está colmada de amazonas, mujeres, que enfrentan la vida con dolor y valor, como:

Laurencia: ¿Vosotros, que no se os rompen las entrañas de dolor, de verme en tantos dolores? Ovejas sois, bien lo dice de Fuenteovejuna el nombre. Dadme unas armas a mí, pues sois piedras, pues sois bronces, pues sois tigres... -Tigres no, porque feroces siguen quien roba a sus hijos, matando a los cazadores, antes que entren por el mar, y por sus ondas se arrojen.3

Laurencia es la historia de tantas mujeres ultrajadas por hombres en el poder, sin escrúpulos, y que las obligan a guardar silencio. Sin embargo, Laurencia irrumpe en la asamblea de los hombres clamando justicia y el pueblo va a tomar justicia por mano propia, asesinando al Comendador. La toma de conciencia se vuelve un hecho colectivo, provocado por una mujer.

Isabel I, en su agonía: Aquí estoy, esta mañana del 24 de marzo de 1603, tendida en el suelo desde hace días, esperando la muerte. Me he negado a hablar durante semanas y, para no sucumbir a la tentación, aprieto mi boca con el dedo. Dicen que no tengo nada, pero siento un hierro candente que aprieta mi cabeza. Una tras otra me acosan visiones: la falta de hijos, mi negativa a casarme, los sufrimientos y las penurias que tuve que pasar en el lecho, un lecho odioso, que no tocaré más porque siento que bajo las mantas me abrazan las llamas. Isabel I: sinónimo de grandeza, dirán al evocar aciertos de los que desconfió. Conmigo concluye la dinastía Tudor. Presiento el clamor de Jacobo I, hijo de la pobre María: No dudo de que unirá a Inglaterra e Irlanda. Sigue en prisión Walter Raleigh y no tardarán en ejecutarlo; pero no estaré yo para firmar el decreto. Secretamente confieso que William Shakespeare me mostró el teatro de un poder del que no estuve exenta. Su nombre ascenderá con el mío y bajo mi era se recordarán los aciertos de Francis Bacon, de Ben Jonson, de Edmund Spencer y de Christopher Marlowe. No todo es basura. Pero, estoy tan cansada...4

Isabel I de Inglaterra acepta en su lecho de muerte la desventura de ser frágil y no se separan de su memoria las injusticias cometidas, en su lucidez, pagar una a una. Y por otro lado tenemos que el arte siempre será subversivo y desafiara al poder. Aquí tenemos la mano dura de una mujer.

Antígona. Tiresias, el adivino, prevé la fatalidad e insiste para evitar la injusticia, pero Creonte está sordo y ciego, revestido de ofuscación y dominado por la discordia. Todo pudo prever el tirano, salvo la poderosa voluntad de Antígona, quién prefirió ahorcarse ella misma antes de morir en las condiciones impuestas. Las leyes de la justicia humana y el desafío de la justicia divina, recaerá sobre la Ciudad. Las fuerzas oscuras de la razón contra la oscuridad del poder.

Antígona enfrenta las leyes de los hombres para cumplir un principio primario, dar sepultura a su hermano, Creonte, el rey lo prohibe, pero ella lo desafía tantas veces, como insepulto este su hermano, paga con su muerte como una decisión y Creonte pierde a su hijo y a su esposa. Los principios de Antígona son de una pieza y nunca pierde la lucidez de lo que hace.

Lilith no es solamente la abandonada, sin lecho propio, que viaja con la venganza teñida de sangre joven; también representa a la mujer suplantada por otra inferior y sumisa, por la simple costilla del hombre dominador, por la esposa que renuncia a su propio erotismo a cambio de la seguridad conyugal. La mano de Lilith se resiente en las iras matrimoniales, en los deseos incumplidos, en las rupturas de pareja, en la emancipación frustrada y en los castigos que recaen sobre las mujeres que desobedecen las normas.5

Lilith no es la mujer sumisa, ella pelea igualdad con los hombres, porque entiende que las relaciones son de dos. Es sustituida por una mujer que acepte ser parte del hombre, y por eso es elegida Eva, aunque después son expulsados del paraíso, porque Eva ofreció el conocimiento a Adán.

Saber siempre nos pondrá en riesgo, un ser en la ignorancia es fácil rebaño, un ser que conoce; pregunta, propone, cuestiona, afirma, duda, desea saber más.

Las leyes humanas han sido creadas por los hombres, pero a ellas hay que agregarles las leyes divinas que someten a un yugo omnipotente, supremo, donde el lugar de la humanidad es apenas un punto en la inmensidad del universo humano.

Cuando fui a ver la puesta en escena de Mujeres en el encierro, lo que me estremeció de la puesta en escena, fue que estas mujeres no hablan desde la autoconmiseración, sino que son mujeres; que enfrentan la condición humana, la injusticia y su condición de mujeres que aprenden que en su fuerza y su conciencia está el impulso de transgredirse y transgredir a una sociedad que las ha sometido. El trabajo de las actrices es vibrante en todo momento, sin caer en la sobresentimentalización, porque no hay tiempo para las lágrimas. Cuando descubren la vida, saben que ésta no espera, que así sea sólo un instante de felicidad, tienen que vivirlo. Entienden que el abandono y la traición son cuestiones de principios y que cuando uno conoce y acepta su condición, entonces y, sólo entonces, será capaz de cambiar.

El destino, parece un ente puro e inamovible, y al atreverse a rebelarse contra él, puede implicar perder el paraíso prometido, por eso, tanto en la literatura como en la dramaturgia, cuando los personajes se rebelan contra su destino -léase en estos tiempos reproducir los patrones sociales y familiares, usos y costumbres que oprimen y someten bajo el principio de bienes terrenales-, a veces tienen que ofrendar su vida, para romper el eslabón de la cadena de la esclavitud. Entonces queda abierta una nueva posibilidad, el camino para seguir construyendo con plena convicción un mundo nuevo, robar de nuevo el fuego del conocimiento.

Mujeres en el encierro habla de siete mujeres, con vidas distantes y distintas, que por coincidencias de la vida tienen que compartir el encierro. Puntos comunes; todas han sido privadas de la libertad, han sido manipuladas y sometidas, y su encierro no sólo es físico. Existen las cadenas que cada una descubre, y su salida es una decisión individual, pero aprehenden que la fuerza colectiva es la que les permitirá sobrevivir. María Morett, parte de su experiencia como maestra en el reclusorio preventivo femenil norte y de la penitenciaría de mujeres. A partir de historias de las reclusas, es capaz de transformar una cruda realidad individual, en un espacio poético colectivo entre las actrices y el público.

Las pequeñas tragedias humanas se vuelven universales, hay sentido del humor, hay entrañabilidad y solidaridad entre los personajes poco afines y, sobre todo, queda la esperanza, colmada de tristeza, de haber encontrado algo que rompe el hastío cotidiano y resignado de la vida.

Las Antígonas, las Lilth, las Reinas, las Evas, las mujeres sin voz y sin rostro, están en cada una.

Por otro lado, la dramaturgia de María Muro, nos habla desde las mujeres encerradas en su Jerez, Zacatecano, es decir, desde su cotidianidad, desde sus sueños, desde la tierra, desde la muerte, desde el silencio, desde sus vidas, Jerez de la memoria; desde los grandes personajes femeninos de la historia, Antonieta en la ausencia, de la literatura, Mujeres al calor de Lorca.

En su obra más reciente: Herencia (un preludio y siete tiempos), María Muro habla de lo fatigoso de la familia, de las vidas rotas, los secretos, la intolerancia, el silencio castrante. Me parece importante contarle de esta obra, camarada, porque toca un tema recurrente en tiempos modernos, la familia. Evidentemente no es porque sea un tema novedoso, pero hay algo inquietante, de cómo los jóvenes del siglo XXI la viven. Siempre escuchamos el rumor de la pérdida, el abandono, la vidas al borde del precipicio, la búsqueda de aventuras, el rechazo a la militancia, al compromiso, la falta de oportunidades. Entonces parece que ahora se vuelcan al único refugio seguro que es la familia, no como una reivindicación, sino como el espacio posible, no el deseable. ¿Qué queda?, la aceptación de la familia, pero, no como una opción. Herencia, es la posibilidad de heredar lo material, pero no hay nada al interior y cuando descubren que tampoco existe lo material, entonces, únicamente les queda el vacío y el desamparo. La otra Herencia, es heredar la miseria, la ignorancia, el desempleo, reproducir los patrones familiares y sociales, luego entonces, tampoco existe el cambio. ¿Qué plantea María Muro? La posibilidad de cambio está en cada uno, pero para ello hay que enfrentarse a uno mismo, aceptarse y de allí partir para entonces romper y romperse quizás en mil pedazos, para intentar una nueva vida, desafiar y quizá sea posible que la toma de conciencia, nos permita acceder a un mundo nuevo.

Los personajes femeninos de María Muro nos hablan desde la locura, el abuso sexual, desde la homosexualidad de los hermanos, la manipulación cultivada por la culpa, la mitomanía para sobrevivir, la necesidad del conocimiento y de escapar, sin importar a donde, huir de este mundo horrible, miserable. Sus personajes hablan desde sus pequeñas tragedias, sus mundos reducidos al entorno familiar, asfixiante y sórdido, sin tregua para la espera, no hay tiempo para el abandono, tienen que avanzar o morir de inanición.

Camarada Edgard, es muy importante que dos mujeres de generaciones distintas, se ocupen de temas necesarios. Ambas parten de su necesidad como creadoras, de desentrañar el mundo femenino, de darle voz al mito del sexo débil.

Lamentable la condición de las mujeres en dos latitudes distintas y distantes, son víctimas de la represión y de la opresión, sea Afganistán o en el American Way of Life. Pero además no podemos olvidar que la igualdad de injusticia ahora es de género humano, las reglas de la globalización no tienen límites, no somos considerados seres humanos, sino sujetos de consumo, actores de mercado.

Creo que en esta lucha recrudecida por las leyes del mercado, la necesidad de recuperarnos como seres humanos, es fundamental. ¿Qué hemos perdido? La visión del enemigo común, y el enemigo no ha cambiado, sólo se ha transformado, pero seguimos en su mira. ¿Y nosotros, qué hacemos, dónde estamos?

* Directora de Teatro. Fungió como subdirectora del Museo de Arte Moderno hasta junio del 2001.

 

Notas

1. Gonzalo Aburto es periodista, escritor, productor de TV y radio en Nueva York. Integrante de la generación fundadora del PRT y del Movimiento Lésbico-Gay en México.

2. "Once puntos para entender la improvisación en la Commedia dell'Arte", en Máscaras, Año 4, No. 21-22, por Ferdinando Taviani, catedrático de la Universidad dell'Aquilla, en Italia y miembro del equipo pedagógico de la ISTA que dirige Eugenio Barba.

3. De Vega Lope, Fuenteovejuna, obras selectas tomo I, editorial Aguilar, Nuestros Clásicos, 1991.

4. Robles Marta, Mujeres, Mitos y Diosas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, 1996.

5. Idem.

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Con el alma en un hilo

(Fragmento de una entrevista de Bertolt Brecht)

 

Dices:

La causa de la justicia no avanza hacia el buen fin.

La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen.

Ahora, después de tantos años de lucha, estamos peor que cuando comenzamos.

En cambio, el enemigo es más fuerte que nunca; ostenta su poder con mayor fuerza y mira a todos lados con ojos invencibles.

Sin embargo debemos reconocerlo: Fueron nuestros errores los que lo hicieron fuerte.

Cada vez somos menos;

Las consignas son confusas. Nos robaron las palabras y las han retorcido

Hasta volverlas irreconocibles.

Preguntas hoy:

¿qué está mal de lo que dijimos entonces?

¿una parte o todo?

¿con quién se puede contar aún?

¿y nosotros, esos pocos que permanecen en la vigilia, hemos sido expulsados del río de la vida?

¿quedaremos atrás sin entender a nadie ya, sin que nadie nos entienda?

¿se trata de tener suerte o no?

Así preguntas, Espera...

Sólo tendrás la respuesta de tu conciencia.

Frente al sufrimiento de la mayoría.

Y al dejar el mundo, no te preocupe saber si fuiste bueno,

Sino si el mundo que dejas es el mejor.

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